Cuando mataban por las calles
La década de los años diez estuvo
marcada por la injusticia y la violencia, que se acentuaron al acabar la
Primera Guerra Mundial y al aumentar el precio de las subsistencias. Ningún
otro título resulta más apropiado que Quan mataven pels carrers, título de la
novela de Joan Oller, para definir lo que sucedió en Barcelona en aquella
época, y que de haber pasado en Estados Unidos habríamos tenido decenas de
filmes explicándolo, como pasó con la lucha de gángsters en Chicago. En la
ciudad de los años diez convive la miseria dentro de las casas de muchos con el
descubrimiento del tiempo de ocio por las clases medias y altas. Es la época
dorada del Paral.lel, se crean los primeros parques de atracciones, se
construye la Monumental y los frontones hierven de gente. Son también los años
de las primeras escuelas municipales, de epidemias de tifus que causan miles de
muertos y del nacimiento del aeropuerto de El Prat.
TEXTO: Josep M. Huertas i Jaume Fabre
Ley de fugas
La Ley de fugas es un tipo de
ejecución extrajudicial que consiste en simular la fuga de un detenido,
especialmente cuando es conducido de un punto a otro, para poder así suprimir
la fuerza que lo custodia y encubrir el asesinato del preso tras el precepto
legal que permite hacer fuego sobre el fugitivo que no obedece al
"alto" conminatorio de los guardias.
Para ello la guardia de custodia
se retrasaba en el camino por detrás del detenido hasta que había la relativa
distancia como para considerar que el preso se estaba fugando. Se disparaba por
la espalda para dar más credibilidad a la fuga. Los presos empezaron a conocer
esta añagaza y desde entonces se les disparaba por la espalda, sin más. Una
generosa aplicación de la ley de fugas permitió acabar con el bandolerismo
andaluz en el siglo XIX. Durante la Restauración y siendo Eduardo Dato el
presidente del Consejo de Ministros se firmó la Ley de Fugas el 20 de enero de
1921. La misma favoreció la guerra sucia oficial contra el movimiento sindical
y permitió el asesinato en Barcelona por parte de las fuerzas policiales y de
pistoleros de los Sindicatos Libres, de más de un centenar de
anarcosindicalistas de la CNT, entre ellos figuras tan destacadas como Salvador
Seguí o Evelio Boal.
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